Se trata de un esfuerzo que agricultores, fabricantes, distribuidores y la restauración realizan en torno a la solidaridad y la responsabilidad social corporativa, aunque los expertos consideran que aún queda camino por recorrer.
Desde el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), su presidente, Luis Cayo Pérez Bueno, explica a Efeagro que constatan una “progresión” en el sector a la hora de asumir más responsabilidades sociales.
“Tienen más conciencia y pasan más a la acción”, ha reconocido Cayo Pérez Bueno, quien sin embargo precisa que por el momento “sus resultados son discretos”, por lo que a la cadena agroalimentaria le queda “mucho camino por recorrer”.
Pero ya hay trabajo hecho y existen innumerables ejemplos del paso adelante dado por los integrantes de la cadena de valor alimentaria: desde cadenas de restauración como Santagloria, que colabora con Down Madrid para la integración laboral y social de las personas con discapacidad, hasta las becas de Kellogg a estudiantes con necesidades socioeconómicas.
Pérez Bueno señala que es la gran distribución la que “más se ha significado” en el ámbito de las personas con discapacidad, y en su opinión ha comprobado que la satisfacción de las necesidades de este tipo de clientes “supone un plus de mejora global para la organización”.
El presidente de Cermi apuesta por que la cadena agroalimentaria se comprometa en cuestiones relacionadas con la “accesibilidad o inclusión laboral, exigidas por las leyes”, además de asumir “voluntariamente” compromisos con su entorno.
Según datos de la Fundación Seres (Sociedad y Empresas Responsables), hay una evolución desde las acciones “puramente filantrópicas” (como la cesión de excedentes o productos) hasta las adaptación de oportunidades de negocio a necesidades o demandas sociales (como el diseño de alimentos o envases ajustados a problemas físicos o psíquicos) y la integración de la responsabilidad social en la estrategia de las compañías.
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