El proyecto, que ha recibido una subvención de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona, estará en fase de pruebas el próximo enero.
Ante la explosión del comercio electrónico en España –donde durante los meses de abril, mayo y junio las ventas se dispararon un 67%, según los datos del Shopping Index de Salesforce–, las empresas de la economía social de Catalunya han diseñado una especie de "alternativa ecológica" al modelo Amazon que favorezca el comercio local y recurra a formas de distribución con menor impacto ambiental.
El servicio, que estará disponible en fase de pruebas entre enero y marzo de 2021 y completamente operativo entre junio y octubre del próximo año, cuenta con la ayuda de la Generalitat de Catalunya, que les ha concedido una subvención de 160.000 euros. El Ayuntamiento de Barcelona, por su parte, apoya con 40.000 euros. El resto del presupuesto, 50.000 euros, provienen de su propio capital social.
Lo han llamado provisionalmente La Zona, explica Joana Ariet, responsable de comunicación de Opcions, la cooperativa que ha impulsado el proyecto. Según Ariet, el criterio para elegir a los proveedores tendrá en cuenta los valores del cooperativismo (decisiones consensuadas en asamblea, equidad salarial, transparencia…) y los requisitos de sostenibilidad recogidos en el mapa Pam a Pam.
La logística, a cargo de la cooperativa Koiki, se apoyará principalmente en la bicicleta de carga y en los desplazamientos a pie, aunque también se contempla la movilidad eléctrica.
La mercancía llegará a centros específicos y cada uno de ellos preparará las rutas de reparto. "Allí donde no haya un Centro Koiki, el cliente podrá elegir si quiere ir a recoger el producto en un punto determinado o prefiere recibirlo en su domicilio". Por otro lado, plantean que en la plataforma no haya ofertas, pues estas incitan a la compra de un artículo "no por necesidad sino por el mero hecho de que esté rebajado".
El objetivo de fondo, explica Ariet, es "dar respuesta a la necesidad de compra online que vemos cada vez más latente, pero enseñando al mismo tiempo cómo funcionan esas corporaciones y el efecto negativo que tienen sobre el medio ambiente y el comercio de barrio".
El cambio en los hábitos de consumo de los españoles ha llevado a Amazon a aumentar un 70% sus ingresos en el país en solo un año. En 2019, la empresa estadounidense facturó 7.567 millones de euros solo en España; en 2018 fueron 490,8 millones.
Aunque las consecuencias ambientales de obtener un producto a golpe de clic se han cuantificado de manera aislada, todavía cuesta encontrar un cálculo que refleje la huella ecológica del e-commerce de manera global.
Los factores que agravan ese impacto son varios. Por un lado, el modelo de producción deslocalizada favorece la fabricación a gran escala en regiones con una regulación ambiental más laxa que la de los países donde se consumen esos productos. "China es la fábrica del mundo, pero Europa es el segundo consumidor a nivel mundial", recuerda May López, directora de Empresas por la Movilidad Sostenible. "El e-commerce está consiguiendo que consumamos lo no local", argumenta, con las emisiones derivadas del transporte que esto implica y la mala praxis en las fases de producción que puede darse en esos países.
Por otro lado, está la cadena de distribución, que no es solo trasladar el material desde los lugares donde se fabrica hasta el consumidor final, sino todas las rutas individualizadas. El hecho de que las personas pidan que los productos se lleven hasta sus casas, explica López, hace que las rutas se personalicen y que por tanto no sean óptimas. Son tramos que se conocen como de ‘última milla’, que llevan el paquete del centro de distribución al domicilio del consumidor. Otro problema con estas entregas es que en ocasiones requieren más de un intento, porque las personas no están siempre en casa para recogerlo. Esto se traduce en un doble –a veces triple– viaje que supone añadir más tráfico a la ciudad, contaminación del aire y gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera. "La super-urgencia, además, ha dado lugar a la opción de ‘entrega en una hora', que dificulta que el vehículo vaya con la máxima ocupación posible. Por tanto, muchas veces transporta aire", agrega esta experta.
Luego están las políticas de devolución, que en la venta por Internet suelen ser a coste cero y, como advierte Joana Ariet, pueden llevar a la gente a adoptar comportamientos de compra "poco sostenibles", como "comprar cuatro tallas de una camiseta, probarlas en casa y devolver las que no me van; total, me sale gratis".
España es el cuarto país europeo con más devoluciones, según expuso este año un informe del EAE Business School. Si el índice de devoluciones en la compra convencional (en tiendas físicas) está en España en torno al 6%, en el e-commerce esta cifra sube al 20%. De estas, el 30% corresponde al sector textil. Además de los kilómetros improductivos, el hábito de comprar para devolver también exige más cartón y plástico para el embalaje y el sobreembalaje de los paquetes, que es otro de los grandes impactos ambientales de la entrega individualizada.
Iniciativas similares a La Zona ya están surgiendo en otras regiones del país. "Estamos hablando con la comisión confederal de mercados sociales, y ayudamos al Mercado Social de Madrid a poner en marcha su propio marketplace alternativo. La idea es que podamos cooperar y que la plataforma que desarrollamos aquí se pueda replicar".
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