Proexport y Semillas Fitó desarrollan por cuarto año el proyecto #VitamínateConPimiento para dar a conocer el recorrido del pimiento desde el campo hasta la mesa y potenciar su consumo
El magnífico trabajo (y envidiado por muchos territorios) llevado a cabo por el sector agrícola en la Región de Murcia es más que conocido incluso para aquellos que no conozcan dicho sector de primera mano. Tan solo basta con echar un vistazo a los mercados, lineales de grandes compañías y humildes puestos de frutas, verduras y hortalizas de nuestro país para darse cuenta del peso que la Región tiene en cuanto a su producción. Una relevancia que atraviesa fronteras, y es que la Región de Murcia no es conocida como la Huerta de Europa por nada.
Pero cometemos un fallo si no vamos más allá del producto final. Porque el esfuerzo, la inversión, investigación y calidad que hay detrás de un producto agrícola se queda a medias sin la pasión que lleva a los profesionales del sector agrícola a dedicar innumerables horas a reinventarse en cada uno de los eslabones de la cadena que lleva el alimento del campo a la mesa.
Precisamente con la intención de dar a conocer ese recorrido entre los distintos protagonistas, Proexport y Semillas Fitó desarrollan por cuarto año el proyecto #VitamínateConPimiento. Una muestra de transparencia que, además de promover su consumo, a aquellos que tienen (por fortuna puedo incluirme) la oportunidad de observar toda la «evolución» del pimiento les permite conocer todos sus beneficios, más allá de los estrictamente culinarios, ya no solo como un mero acompañante, sino como un plato protagonista.
Muchos sabrán que el de pimiento es un cultivo estacional (marzo-agosto), que su recolección es semanal y que dicho cultivo es de los más sostenibles. Realidades acerca de un pimiento cuyo origen se encuentra en estaciones de mejora como las de Semillas Fitó. Allí se llevan a cabo trabajos de adaptación de los distintos híbridos de pimientos, siempre atendiendo a las necesidades del agricultor, con el objetivo de obtener nuevas variedades comerciales resistentes a las diferentes plagas, que sean más productivas, de buen aspecto y, por supuesto, que mantengan una calidad máxima.
Una tarea que ocupa diez años para el desarrollo de la mejora en sí, y otros 3-4 años para el desarrollo de los propios híbridos. «La mejora tiene dos fases en las que se trabaja simultáneamente. Por un lado el desarrollo de las llamadas líneas parentales (aplicación de características deseadas para la variedad comercial) y cruce de líneas para obtener las semillas del híbrido, en un proceso manual y muy delicado», explica Asun, asistente de mejora de Semillas Fitó.
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