Mientras en los colegios alemanes la enseñanza hacia una alimentación ecológica aún tiene muy poca relevancia, algunas ciudades fortalecen su consumo en los comedores de guarderías y colegios. Nos lo cuenta Ingrid Wenzl
Obesidad y grasa acumulada en la niñez y juventud pueden tener consecuencias graves para la salud en el futuro: con ellas sube significativamente el riesgo de padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares. En Alemania uno de cada seis niños pesa demasiado (véase el despiece)), lo que sube la necesidad de actuar por parte de los políticos. Quizás por eso la educación hacia una alimentación sana figura en los planes de estudios de todos las regiones en diferentes asignaturas y edades. Cómo los realizan, sin embargo lo deciden los propios profesores.
El enfoque en los planes de educación está sobre todo en aumentar el consumo de alimentos frescos, ricos de vitaminas; también en reducir el consumo de grasas, azúcares y el de carne. Menos atención se presta para el disgusto de los padres con más conciencia ecolólogica en la procedencia de los alimentos. A pesar de que Greenpeace Alemania ya ha alertado hace muchos años sobre la nocividad que suponen los alimentos contaminados de pesticidas, especialmente para mujeres embarazadas, bebés y niños pequeños, muchos profesores alemanes siguen enseñando a sus alumnos lo buenas que son las frutas y verduras para su salud, aunque no sean ecológicas.
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