Miles de olivareros se han manifestado en Madrid para hacer ver a la sociedad que lo suyo es una desgracia: ir a trabajar para perder dinero porque los bajos precios en origen del aceite convierten en nula la rentabilidad.
Miles de olivareros han dejado aparcada la rutina laboral en sus pueblos para viajar a Madrid, desde muy temprano, para hacer ver a la sociedad que lo suyo es una desgracia: ir a trabajar para perder dinero porque los bajos precios en origen del aceite convierten en nula la rentabilidad.
Muchas historias personales se han cruzado hoy en las calles de la capital, con agricultores venidos desde todos los puntos de España y ofreciendo una imagen de unidad digna de resaltar en momentos como los actuales.
Del pequeño pueblo leridano de Bobera ha llegado el joven José María Farré y su hermano, que tienen unos 7.000 olivos y no han dudado en levantarse hoy a las 3.00 de la mañana para estar en la manifestación.
Era necesario acudir para protestar porque la situación actual, dice, les condena a la ruina: “A este precio, no nos queda nada”.
Desde la otra punta de la península, Vélez-Rubio (Almería), ha acudido Francisca Iglesias que también se ha sacrificado al madrugón para alzar su voz porque el olivar está en riesgo de desaparición y se necesitan medidas al estar en juego la viabilidad y el futuro del mundo rural.
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