Los paisajes rosas y blancos que surcan las medianías por estas fechas se están haciendo de rogar tras un año extremadamente cálido, aunque es pronto para saber si es una consecuencia directa del cambio climático
El clima está cambiando, y esto le pesa más a las especies que a los negacionistas y eso hace que los científicos, apicultores y agricultores estén muy atentos a los cambios que experimenta la naturaleza a nuestro alrededor. Es evidente que el cambio climático está afectando principalmente a las especies y sus hábitats, algo tan visible en Canarias, donde los ecosistemas se han comportado durante miles de años como equilibrios complejos perfectamente adaptados a la insularidad y una climatología subtropical. El aumento de las temperaturas y la sequía están cambiando también el paisaje de islas como Gran Canaria que va viendo acorraladas sus zonas verdes hacia el interior. Pero, ¿tendrá la isla que decir adiós a aquella estampa que en enero vista desde el aire parecía una alfombra de flores rosas y blancas por el estallido del almendrero?
Los almendros, o almendreros como les llaman en Canarias quienes mejor les conocen por uno de tantos préstamos tomados del portugués, son plantas criófilas; que necesitan, como muchos otros árboles frutales, acumular un número determinado de horas de frío para poder reproducirse. Esta temperatura debe oscilar entre los 0 y los 7 grados, y cuando se dan, la especie interrumpe su hibernación y estalla a la vida en forma a de flores.
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