La falta de frío en muchas regiones, la sequía y las plagas derivadas del calentamiento ponen en peligro las cosechas
El calentamiento global se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para los agricultores. El aumento de las temperaturas, la ausencia de precipitaciones, la normalización de los fenómenos climáticos extremos y las plagas (acrecentadas también por el calor) han destruido miles de hectáreas de cultivos en todo el mundo. Las consecuencias económicas son más que evidentes, no sólo para los propios productores, sino también para los consumidores. La falta de materia prima lastra la oferta y, por ello, los precios suben.
Porque la demanda, y más aún en tiempos en los que se insiste en reducir la proteína de origen animal, no baja. Además, aumentan las importaciones, por lo que a la tarifa hay que sumarle los gastos de transporte.Y la perenne sombra de la inflación, que aunque se modera, sigue muy alta. Los euros que eran necesarios para comprar un kilo de cualquier fruta hace unos años ahora apenas alcanzan para hacerse con 500 gramos.
Fuente del enlace: laopiniondemurcia.es
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